Cuenta la
leyenda, que estando un día sentado en el patio de
su casa, Zhang San Feng, un monje taoísta que en su juventud
aprendió las técnicas del Shaolin Quan y que, a la edad madura, se
retiró a la montaña Wu Dang Shan, observo como una grulla atacaba a
una serpiente, subía y bajaba volando, mientras que la serpiente
permanecía con el cuerpo encorvado estirando y encogiendo el
cuello. A través de meditar y estudiar esta escena comprendió la
forma de compaginar la suavidad y la flexibilidad con la firmeza y
la fuerza, creando el Tai chi Quan.